Disruptores endocrinos
- Sergio García Calvillo
- 14 nov 2018
- 2 Min. de lectura
Hay todavía muchas personas a las que el término disruptores (o alteradores) endocrinos no les dice nada y, sin embargo, desgraciadamente están muy presentes en nuestras vidas y en el día a día. Con ese nombre se define el conjunto muy diverso de compuestos químicos y contaminantes medioambientales que nos rodean por completo, en productos normales y corrientes y también en la alimentación, y que interfieren en el sistema hormonal, provocando daños en la salud. Nos dañan el sistema nervioso, el hígado, los riñones, producen alergias e intolerancias, sobrepeso, diabetes, infertilidad, cáncer… Las sustancias químicas sintéticas han ido alterando tremendamente los sistemas en los que se sustenta la vida. En las últimas décadas el hombre ha emitido millones y millones de kilogramos de sustancias artificiales, introduciendo cambios a gran escala en la atmósfera, en los ríos y mares y en nuestros propios organismos. ¿Recuerda el DDT? Es un disruptor endocrino que fue utilizado masivamente como insecticida para el control de plagas, hasta que fue prohibido por su terrible toxicidad en el medioambiente y en la salud de animales y personas. Y el bisfenol A, un disruptor endocrino presente en los plásticos que hasta hace nada también se usaba en los biberones y chupetes, hasta que se prohibió este uso en 2010. Con esto quiero decirle que la presencia masiva de los disruptores endocrinos es muy reciente en la historia del hombre y que no estamos protegidos frente a ellos, pues lo que hacen las autoridades para protegernos (como prohibir el DDT o el bisfenol A en los biberones) llega muchos años después de los daños que nos están ocasionando.
Los disruptores endocrinos han invadido el aire, el agua, los alimentos, los cosméticos, las viviendas, los lugares de trabajo y los medios de transporte. Están por todas partes. Y su impacto diario sobre nuestra salud –al igual que sobre los animales y los ecosistemas- es absolutamente dramático.

¿Qué podemos hacer entonces para protegernos? Hay algunas medidas concretas muy sencillas que pueden llevarse a cabo para reducir enormemente su exposición. Le resumo algunas de ellas:
Si compra agua en botellas de plástico, evite a toda costa las que vayan marcadas con PVC números 3, 6 y 7. Sólo son seguras las que lleven los números 4 y 5.
No compre jamás cosméticos que contengan parabenos.
Lave siempre la ropa nueva antes de su primer uso, con el fin de eliminar parte de los retardantes de llama y otros contaminantes que contiene la ropa no ecológica nueva.
Las gasolinas de 95 y 98 octanos contienen alrededor de un 1% de benceno. Mientras llega la gasolina completamente libre de este químico, ponga mucho cuidado al repostar de no inhalar los vapores de gasolina (o, mejor aún, evite las gasolineras de autoservicio).
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